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Trabajamos arduamente para que nuestra empresa sea ejemplar en su cultura, sea íntegra en su perfil organizacional y sea ética a través de su buen equipo humano.

Esa cultura empresarial, como sabemos, no solo debe ser una cualidad intrínseca, sino, también una natural actitud hacia los demás públicos. Entre esos grupos señalaré a los proveedores de servicios que contribuyen a alcanzar los objetivos empresariales de los ejecutivos.

Desde el primer contacto, las coordinaciones e intercambios comunicacionales, hasta el trabajo en conjunto para cumplir los términos de la labor contratada, es esencial un perfil ejecutivo que no debe ser distinto al ser ejecutivo interno de la empresa y cómo éste se interrelaciona con sus compañeros de trabajo, asimismo, cómo lo es con la empresa proveedora de servicios.

¿Por qué la referencia?

La deontología profesional desde ya es una necesidad esencial de quienes se están formando para ser ejecutivos o ya lo son con responsabilidades en una empresa.

Es esencial porque de ello dependerá la capacidad de comprender las razones por las cuales las organizaciones se esfuerzan por la excelencia a través de las cualidades de los líderes de su equipo humano; los cuales deben ser capaces de manejar a grupos de personas, adherirse a la cultura de la empresa y ser promotores de los valores empresariales en todo momento.

¿Cuál es el problema identificado?

Sabemos que a través de la ética las relaciones ejecutivas y de trabajo en general son muy eficientes y fluidas. El clima de confianza y buen ánimo se refuerzan hacia objetivos en común y bien direccionados enriqueciendo los logros y contribuyendo ampliamente a obtener grandes resultados.

Todo lo contrario, sucede ante un ejecutivo que carece de estructura deontológica profesional, porque éste actúa en absoluto desapego hacia su contraparte, dificulta el trabajo sincronizado y atenta contra los objetivos que se buscan alcanzar.

¿Qué conductas básicas caracterizan a un ejecutivo carente de ética?

  • Cuando éste se comunica por teléfono con el proveedor obtiene respuesta de inmediato, pero cuando se comunican con él(ella) no responde ni devuelve la llamada.
  • No responde mensajes en ningún medio: WhatsApp, Messenger, correo electrónico, etc. Canales previstos para la comunicación con el ejecutivo.
  • Indica a sus compañeros o subordinados que respondan por él(ella) señalando que está en interminables reuniones y que devolverá la llamada, pero esa llamada de retorno nunca sucede.
  • Se comunica para pedir: fichas técnicas, propuestas, alcances, datos, etc. Pero luego no responde por ningún documento expedido a él(ella).
  • Inventa realidades que no son, hace compromisos que no cumple y promete gestionar cualquier tema necesario, pero que al final no hace ninguna cosa a favor.
  • Hasta aquí ya podemos señalar a un ejecutivo mendaz.

Estos puntos, muy sencillos son vertebrales y hasta suficientes para describir a una persona con mala formación deontológica profesional para ejercer un cargo ejecutivo y, además, figura un filamento quebrado para la diseminación de la cultura y perfil ético de la organización. Representa una fuga de esta cualidad y afecta seriamente la credibilidad institucional de su empresa.

Reflexiones y recomendaciones

  • La evaluación deontológica hacia los ejecutivos y para promoverlos es fundamental para garantizar un equipo de líderes ejemplares.
  • Como eres internamente en la compañía, así también lo debes ser con los proveedores. Y siempre que internamente seas un ejecutivo valorado por tu conducta, esta misma relación con otros ejecutivos de otras empresas fluirá en el mejor ámbito de trabajo.
  • Aprende a extraer lo mejor de las personas, en principio escuchándolas, luego explicándoles y finalmente proponiéndoles una sinergia que te ayudará al logro de tus objetivos.
  • Por ninguna razón mientas; sé siempre sincero y valora el dedicado tiempo de todos.
  • Piensa más en lo positivo del trabajo en equipo en un ambiente productivo y ético sobre el trabajo hostil o que descuida los detalles.
  • Busca siempre crecer, más que económicamente, hacerlo como persona y como líder ejecutivo.

 

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